El Montgó, con Ibiza detras.
Este sábado me sumé a la propuesta de Rocacoscolla para hacer la última ruta de este año. Me lo pensé un poco porque está lejos y era de dificultad alta, pero me animé a ir y no me arrepiento. Se trata de una ruta espectacular en todos los sentidos. Un desnivel importante y exigente y unas vistas impresionantes. Salimos de Benimaurell siguiendo las señales del PR-CV 181 que empieza callejeando por las preciosas calles de este pueblo típico de la montaña alicantina. Enseguida empieza una severa subida por los bancales de cerezos. Ahora no tenían flor, pero en Marzo, prometemos volver. Debe de ser un espectáculo. Así llegamos hasta un cruce de caminos donde tomamos la dirección de Cavall Verd. A partir de allí, empezaba la aventura. Primero por una bien cuidada senda por la que es muy fácil caminar y desde la que podíamos disfrutar de la Vall de Pop y después, de las vistas del Mar, con el Montgó al fondo, de toda la Vall de Laguar, del golfo de Valencia, del Penagolosa, que se veía a lo lejos…y la mejor sorpresa, Ibiza. Mirando el mar, detrás del Montgó, como una aparición, se podía ver todo el perfil de la isla.
Fuimos cresteando toda la montaña buscando los dos vértices que tiene el Cavall Verd, pero daba la impresión de que cada vez estaban más lejos. Después de un buen rato y un espléndido almuerzo, nos encontramos en la base del Cavall.
La ascensión al primer vértice es la más complicada, en primer lugar porque no está muy bien indicada, solo unos puntos rojos que a veces te despistan, y en segundo lugar, por la dificultad. Menos mal que la ayuda de unas piquetas tipo vía ferrata y una cuerda, ayuda mucho a subir un tramo y a partir de ahí solo queda disfrutar.
Desde este punto nos hicimos las fotos de rigor y dejamos pasar un buen rato disfrutando de las vistas y haciendo fotos. Solo el intenso aire y el frio nos impidieron quedarnos más rato.
Tuvimos que volver a bajar por las piquetas y retomar el camino para llegar al segundo vértice. Este es un poco más fácil y como ya íbamos un poco tarde no nos recreamos tanto en la cima. La vuelta hasta Benimaurell iba marcada por la hora. Nos habíamos recreado mucho en las fotos y la contemplación del paisaje, pero aun así, al llegar al pueblo y volver a caminar por los bancales de cerezos y almendros, nos dieron ganas de volver cuando todo el valle este en flor.
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