lunes, 26 de abril de 2010

Domingo 25 de Abril...Bicis en la playa...

Ayer aprovechamos una placida mañana de domingo para "bicicletear". Una afición que comparto con mis sobrinas y que nos hizo disfrutar de un rato estupendo.


domingo, 18 de abril de 2010

17 - 04 - 2010 - Benagéber

Hoy hemos recorrido una deliciosa ruta.
El tiempo ha sido el protagonista, ya que ha llovido toda la mañna, pero eso no le ha quitado un ápice de encanto.
Desde la Ermita de San Isidro, en Benageber, hemos recorrido parte de PRV 114, una propuesta de Kiquet que nos ha servido de reencuetro con los amigos despues de nuestro parentesis peregrino.
No ha sido una ruta larga ni dificil (bueno, ese repechito, jeje) y nos ha permitido ir charlado casi todo el camino.
La compañia, como siempre, ha sido lo mejor.
Gracias.




viernes, 16 de abril de 2010

Padrón - Santiago

Conforme pasan los días estamos más taciturnos. Unos están enfermos, otros estamos cansados y todos estamos un poco asustados ante la etapa que nos espera. Miguel Ángel ha vuelto a caminar con nosotros. Está un poco lesionado y las chicas que estos días iban con él van más deprisa. Hoy decidimos no desayunar en el albergue, ya que nos dicen que hay varios bares abiertos en las afueras y decidimos tomar un buen café. Salimos muy animados con la idea de que hoy llegaremos a Santiago y que la mayor parte de nuestro peregrinaje habrá concluido. Las calles de Padrón aun están envueltas en la bruma y hace fresco, pero sin darnos cuenta (y sin encontrar esos bares abiertos) llegamos a Iria Flavia. Este pueblo merece una visita mas detenida, porque hasta que estamos en la parte trasera de la Colegiata no sabemos que estamos allí. Se ve monumental, magnifica y con mucho señorío. Hasta el cementerio tiene un aspecto espectacular. Pero de nuevo la pesadilla de la N-550 se nos presenta con toda su crudeza. Hemos dado un rodeo para pasar por Iria Flavia, pero enseguida tenemos que volver a cruzarla para poder tomar la parte izquierda y llegar a un hotel donde nos aseguran, esta vez sí, que nos pondrán de desayunar. Otra vez la forma de medir los metros en Galicia nos confunden: hemos andado 4 Km y hemos tardado una hora. El desayuno es estupendo, pero los enfermos siguen pachuchos y en la mesa hay más manzanillas que cafés. Estamos mayores??? Además, otra incidencia se presenta: Miguel Ángel sigue con la rodilla mal y decide no caminar. Llamamos un taxi y le enviamos al albergue privado que nos recomienda la guía que llevamos, el de San Lázaro. Este tema del albergue merece capítulo aparte. ¿¿¿Quien la habrá mandado recomendar al editor de la Guía de El País-Aguilar que el mejor albergue para los peregrinos que viene por el camino de Portugal es el de San Lázaro??? El albergue es magnífico, pero está en la entrada del Camino Francés y a más de 4 Km de la plaza del Obradoiro. Deberían haber dicho la distancia y la ubicación del albergue, para que los peregrinos puedan decidir si van a ese o a otro, o recomendar algún hospedaje por el centro, aunque sea más caro. Y así tener la oportunidad de elegir. Corramos un tupido velo sobre este asusto.
Después de desayunar seguimos el Camino por una pequeña aldea que nos proporciona las únicas vistas típicas del día. Callejuelas encantadoras y hórreos muy vistosos nos acompañan durante un buen rato. No vamos muy habladores, por lo que el tiempo nos cunde y en poco rato estamos en O Esclavitude, un santuario espectacular, que tiene hasta una fuente con propiedades milagrosas. Pasamos rápidos por aquí, y nos adentramos en una zona donde no tenemos mucha constancia de los Km y de los lugares que vemos. Solo algunos carteles que nos indican que estamos en el Concello de Teo nos ayudan a situarnos. La etapa está resultando muy dura. Todo el rato vamos por caminos asfaltados, entre casas, campos, pistas agrícolas y las vistas de N-550. Solo la entrada a un imponente pazo nos saca del ensimismamiento. Así llegamos hasta la Iglesia de Sta Maria de Cruces. Se encuentra en una explanada donde hay una zona de descanso y donde intentamos almorzar un poco en el único bar que vemos después de varios km. Como no, está cerrado. Estamos en Rua do Francos y es un lugar tranquilo y rodeado de bosques. Decidimos seguir hasta encontrar un sitio donde comer adecuadamente, ya que es tarde y necesitamos un buen descanso.
Siguiendo el camino, nos metemos de lleno en una encrucijada de caminos donde subimos, bajamos y damos rodeos para cruzar las autovías, las vías del tren, las carreteras, y los pueblos. El ultimo cruce nos lleva a tomar un decisión: si damos un rodeo (otro) nos metemos en Milladoiro podemos comer en algún restaurante porque Mª José está desfondada y lleva mucho rato que solo puede caminar con el apoyo de Vicente. Carmen y yo nos adelantamos un poco para buscar donde comer y cuando vemos la larguísima calle que cruza Milladoiro hasta llegar a un bar nos parece que es imposible que Mª José pueda conseguirlo. Al final en el restaurante Alberto nos preparan una mesa y la esperamos para poder descansar un rato. El trato de Alberto también los vamos a olvidar. Damos por hecho que es la hora de que los trabajadores acuden a comer y tienen poco tiempo y por eso es un poco descortés con nosotros. Mientras esperamos, Mª José, que al fin ha llegado, sufre un desvanecimiento. Después de recuperada, comemos en armonía pero ella decide coger un taxi y esperarnos en el albergue descansado. Se marcha muy emocionada, porque le da pena que por solo 6 Km no pueda acabar. Vicente la acompaña. Aquí perdemos un buen rato, pero al menos hemos descansado. Recuperar el Camino que habíamos abandonado a la entrada de Milladoiro nos cuesta otro buen rato de localizar. Y ya, sin dejarlo, nos lleva hasta Santiago. No hay nada de interés que describir en este tramo. Solo cuando estás en el monte Agro dos Monteiros tienes la vaga sensación de que tienes la misión cumplida. Y el sufrimiento que viene a continuación tienes que olvidarlo. Ese cruzar autovías, subir la cuesta del Hospital Clínico, caminar por las interminables calles de Santiago, tener la sensación que vas muy sucio, de que nunca terminará se borra de repente cuando llegas a Rua do Francos y entre los soportales llenos de vida, de peregrinos y de historia te salen alas en los pies .
Así llegas a la plaza del Obradorio. Y esta vez sí, le emoción contenida sale a borbotones. Carmen y Mari son las que más se emocionan y yo, por mimetismo me uno a ellas en un abrazo. Nos felicitamos por haberlo conseguido y por haber superado las dificultades. A partir de aquí, todo son ritos populares. Tumbarnos en el suelo para la Catedral al revés, mirando el cielo y las agujas de las torres contra cielo azul es una sensación increíble. Después, ir a por nuestras Compostelas y entrar en la Catedral. Algunos prefieren esperar en una terraza, pero Mari, Jose, Carmen y yo decidimos entrar por la Puerta Santa, que solo se abre en los años Santos Jacobeos. Yo tengo una promesa que cumplir y ellos tienen sus propios motivos. Es un momento de reflexión y yo los dejo para que lo vivan más íntimamente. Me voy a ver el Pórtico de la Gloria, y parece ser que es difícil que lo pueda ver en todo su esplendor. Los andamios para la restauración siguen puestos y no se puede ver bien. Vuelvo con los que están esperando y una vez todos reunidos, decidimos irnos al albergue. Esta vez vamos en un autobús, y menos mal, porque el albergue está en la entrada del Camino Francés, al lado la Porta de la Concordia. Allí nos espera Mª José, que esta mas descansada. Vicente y Miguel Ángel se han ido al centro, a disfrutar del ambiente y a cumplir a su vez de todos los ritos que nosotros acabamos de hacer. Mientras algunos descansan un rato, nos vamos a por los coches y desde la autopista nos parece mentira la tremenda etapa que hemos caminado hoy. Al final han sido casi 30 Km. A la vuelta, duchas, y una cena especial: Pizza!!!
Un descanso en el salón del albergue y una toma de decisiones: solo tenemos dos días más y no podemos hacer las etapas programas, de modo que vamos a hacer trampillas: Caminaremos solo 15 Km, desde Cee hasta Fisterra y disfrutaremos del paisaje. Mañana no hay prisa. Vamos disfrutar del descanso en este estupendo y tranquilo albergue.

jueves, 15 de abril de 2010

Caldas de Reis- Padrón

Hoy tenemos una baja. Yo he dormido como una marmota, y eso me ha impedido que me enterara de la noche de movida. Carmen ha estado enferma toda la noche. La cena fue muy fuerte y se ha puesto con gastroenteritis. Con pesar de todos, decide quedarse y cuando este mejor, ir en coche hasta Padrón. Menos mal que teníamos el piso en vez del albergue!!! Así se ha podido quedar cómodamente en la cama. Nos vamos con un poco de pesar, pero es lo mejor para ella. Desayunamos y después de recoger todo, salimos a la calle. Caldas es un pueblo muy bonito, en cierto modo señorial, ya que al tener antiguos balnearios, fue lugar de descanso de gente de prestigio. Es más, su segundo nombre es debido a que Doña Urraca de Castilla y León iba a tomar las aguas y allí nació el futuro rey Alfonso VII.
Lo dejamos atrás pasando por una bonita capilla y después de cruzar la carretera no metemos en el Camino. Y es un día espectacular para caminar. El sol empieza a salir a través de los arboles, filtrando la luz, dejando entrever que la etapa va a ser como en los viejos tiempos. Senderos cuidados y bosques espesos. Es una pena que Carmen se haya perdido esta mañana.
Casi sin darnos cuenta llegamos a Sta Mariña de Carracedo. Se trata de una pequeña localidad, muy dispersa, y lo único que el peregrino ve es la iglesia y su entorno, que tiene la estampa muy gallega, muy rural.
Y enseguida, de nuevo el bosque. Es muy curioso cómo pasan los Km. Como nos deslizamos por los caminos en un lento discurrir, admirando los colores de la naturaleza, aislados entre la N-550, que sabemos cerca, las carreteras comarcales y las vías del tren. Sin embargo, no ves nada, solo el bosque.
Rafa y yo nos hemos quedado un poco retrasados. Eso nos anima a charlar, a reír y a inventar historias de otros peregrinos, como la vida que nos imaginamos sobre una pareja mayor que camina sin una sola mochila, solo una pequeña botella de agua que llevan en la mano, y una joven sudamericana que los acompaña. Ya vemos que son empresarios, que hacen el Camino por una promesa de la señora, pero que llevan a una empleada para que les quite las piedras del camino, les busque mesa en los bares y le ponga la sombrilla cuando haga calor. Además, deben de llevar un chofer que los llevará a un parador cuando se cansen de andar. Cualquier parecido con la realidad seguramente será una casualidad, pero pasamos toda la etapa con estas especulaciones y nos reímos muchísimo.
Los demás van delante, y casi no podemos charlar con ellos durante un buen rato, pero en un cruce de caminos nos esperan y, OH sorpresa!! Están detenidos por la Policía Local y además hay un coche de Protección Civil. ¿¿Qué habrán hecho, me pregunto mientras nos acercamos?? Pero la realidad es bien diferente….no voy a tener que pagar rescate por ellos, porque se trata solo de un control de peregrinos (me parece muy bien) y no solo nos cuñan las credenciales sino que están en animada charla con todos. Además nos dicen que solo nos faltan 7 Km para Padrón. No nos cuadra mucho con nuestras cuentas y mis amigos dicen que debe de ser verdad, porque son policías y no se van a equivocar en eso, a lo que yo respondo que sí son policías, pero también son gallegos, y ya sabemos que el gen de la distancia lo tienen un poco extraño. Se trata solo de una broma, pero nos reímos otro rato.
De pronto nos damos cuenta de que ya estamos en San Miguel de Valga y pensamos que quizás sí, que nos queda poco para llegar. Vemos a gente conocida de otros días, como un señor que debe de trabajar para la Xunta y que cuida los detalles de los albergues y del Camino, porque ya nos saluda con afecto.
Llamamos a Carmen para ver como se encuentra y nos dice que está mejor. Quedamos con ella en Padrón, para ver si podemos comer juntos. Ya estamos en Puentecesures y realmente nos queda poco. Después de cruzar el famoso puente romano, nos dirigimos hacia Padrón caminando al lado del rio Sar. Vemos patos típicos de la Albufera de Valencia, como los collvert, preciosos patos de cuello verde. Vamos animados porque la ruta ha sido muy bonita y vamos a llegar a una hora razonable para poder instalarnos y comer. Al llegar a la Fuente del Carmen, enfilamos una cuesta muy pronunciada que sube hasta el convento del mismo nombre, que está en un alto que domina todo el valle y a mitad de la misma se encuentra el albergue. Se trata de una antigua casona rehabilitada y han conseguido un albergue muy acogedor. Ocupamos nuestras literas y nos disponemos a encontrar un local que a Jose le han recomendado para degustar la tortilla de patatas, los pimientos de padrón y el pulpo. Por las señas que nos han dado y preguntado, encontramos el bar. Se trata de Os Carrisos, una antigua taberna donde degustamos las especialidades de la casa. Mientras, Carmen que ha venido en el coche, ya está con nosotros y más recuperada. Pero ya había dicho el día anterior que estábamos un poco gafados. Ahora es Mari la que se encuentra mal. Ha estado con dolor abdominal todo el día, pero con el amor propio que tiene no se ha quejado y ha llegado al final, pero a la hora de comer se ha derrumbado. Se ha mareado y solo el salir a la calle a tomar un poco el aire la ha recuperado un poco. Casi no come nada, pero un buen descanso le sienta bien. Los demás comemos con el corazón partido. El pulpo está muy bueno, pero la tortilla es de otro estilo a las valencianas y no nos gusta mucho. Además, no hay pimientos de padrón. No es la temporada. Una pena. A pesar de todo, estamos a gusto.
Después comer, Miguel y yo nos vamos a por los coches y los demás se van a descansar. Volvemos pronto y después de las duchas y demás, nos dedicamos a dar un paseo por Padrón. Mary está muy recuperada y salimos todos juntos. Subimos hasta el Monte Santiaguiño, donde según la tradición Jacobea predicó el Apóstol. Un lugar muy pintoresco donde pasamos un buen rato. Despues visitamos la iglesia de Santiago, donde se encuentra el Pedrón, poste romano que da nombre a la ciudad. Es muy curiosa su leyenda. Dejo al interés de cada uno informase de la misma. Yo soy demasiado escéptica para describirla de un modo creíble. Después, paseamos por el pueblo, vemos el Pazo do Quito, una casa particular de mucho abolengo, pero que no podemos visitar. Y vemos un bonito jardín botánico, con dos enormes secuoyas que destacan sobre los demás arboles debido precisamente por su diferencia. Y desde allí nos acercamos a la casa de Rosalía de Castro. Un bonito pazo recuperado como sala de exposiciones y como recuerdo de la vida de los burgueses del siglo pasado.
Y ya, en tranquila charla y con un vientecillo que nos deja un poco helados, volvemos al albergue donde nos hacemos una cena de enfermitos, ya que además de Mari y Carmen, Jose también esta pachucho. Nos vamos pronto a dormir que al día siguiente nos queda una tremenda etapa.

Aqui tenemos las imagenes...


Pontevedra - Caldas de Reis

El despertar en El albergue de Pontevedra es como todos los días. Todos los peregrinos se levantan en silencio, recogen sus cosas, toman un desayuno y se van. Punto. Pero nosotros somos un grupo especial y muy grande para estos menesteres. Unos madrugan mucho, otros menos, y entre todos, mochilas arriba, cafeteras abajo y recogida de trastos, nunca salimos pronto. Hoy salimos a las 8.00, hora en la que ya no vemos a nadie por el Camino. Eso nos hace creer que no hay muchos peregrinos, pero la verdad es que si los hay, pero nosotros vamos a nuestro ritmo. Miguel Ángel ha decidió caminar con las chicas madrileñas, mas de su edad y se queda para salir con ellas.

Una anécdota graciosa nada más salir es que las cuidadoras del albergue llegan cuando nosotros nos vamos y ven al puerta de la verja abierta, y nosotros, mirando para otro lado, les decimos que ya la encontramos así. Quizás tuvimos algo que ver la noche anterior, cuando alguien salto la valla y les abrió a los demás….o quizás no.
Callejeando llegamos a la plaza donde está la iglesia de la Virgen Peregrina, un conjunto monumental muy acogedor y salimos por una calle porticada camino del rio para cruzarlo por el puente de Burgo. Desde aquí, el paisaje vuelve a tomar el mismo tono: campos de las típicas viñas gallegas, levantadas sobre postes, casas rurales con cuidados jardines, corrales de vacas, etc.
Hasta un observatorio de aves vemos en una zona pantanosa cerca de Alba. Seguimos caminando por zonas asfaltadas, sin desnivel, planas y con poco interés paisajístico. Solo un misterioso Pazo abandonado nos saca del ensimismamiento y nos adentra en un camino más rural y fangoso. Hay que señalar que estas horas Miguel ha decidido caminar más deprisa y al poco rato ya no le seguimos. Nos llama a cada rato para ir diciéndonos los inconvenientes de las zonas más embarradas. Las risas y la camaradería son constantes. Como la subida, que poco a poco nos va llevando hasta cruzar las vías y en poco más, hasta San Amaro, pequeña aldea con mucho sabor y donde Miguel nos está esperando, ya habiendo almorzado y todo. Los demás descansamos un poco, nos tomamos un tentempié y salimos de nuevo.
A partir de aquí el Camino es calma chicha otra vez. Cruzamos una gran extensión de terreno llano, con un sol de justicia y con pocas ganas de hablar.
Y cuando vamos agotados por el calor y hambriento vemos un cartel que nos dice que a 200 mts (mts gallegos, eso sí) hay un paraje con unas cascadas. Ni cortos ni perezosos allá que vamos. Total, tampoco se perderá mucho tiempo y nos refrescaremos los pies. O eso creíamos.
El sitio se llama Cascadas del Rio Barosa y son un ESPECTACULO. Es un lugar precioso, con un antiguo molino y una zona de picnic, con puentes y miradores. Rápidamente nos descalzamos y metemos los pies en el agua fría. Tan fría que duele. Estamos tan relajados que nos planteamos comer aquí, pero Miguel volvió a salir disparado y ya debe de estar cerca de Caldas. Con mucha pena y después de tomar unas naranjas y chocolates, nos ponemos en marcha de nuevo.
Pero algo ha pasado. El agua nos ha relajado tanto que no podemos dar ni un paso. Cruzamos Briallos y desde aquí hasta Caldas nos queda 5 Km reales como la vida misma y que se convierten en 10 a juzgar por lo que nos cuestan de hacer.
Llegamos destrozados y como Miguel llegó antes, tenemos mesa reservada en un restaurante donde nos ponen un menú superabundante y de buen precio. Comemos un poco taciturnos y nos vamos a descansar. Se da la circunstancia de que el albergue está lleno y los hospitaleros tienen un piso justo al lado. Alquilamos el piso lo que nos da mas intimidad y nos permite descansar mejor. Después de una siestecita, unos van a por los coches y los demás nos vamos a comprar para hacer cena.
Aprovechemos para cenar en casita, viendo el futbol, como una familia. Pero toda esta calma es la que precede a una tormenta. Y el detonante soy yo. Un fuerte dolor de espalda me manda a la cama con un millón de calmantes diferentes, con lo que duermo como una losa. Los demás vendrían después.


Y aqui...el video.
http://www.youtube.com/watch?v=aipDp38_nsY