martes, 13 de abril de 2010

Tui - Redondela

Este año hemos decidido recorrer el tramo del Camino Portugués que va desde Tui hasta Santiago.

La duración del viaje desde Valencia nos hizo llegar muy cansados y alojarnos muy tarde en el albergue. Por la mañana, un rápido desayuno frio con lo poco que llevábamos, un poco de ajetreo con las mochilas para poder dejar lo más pesado en los coches y salimos al Camino.
Llevar coche de apoyo es un consuelo porque llevas menos peso en la mochila, pero es tal ajetreo que personalmente NO lo recomiendo a nadie. Es más descansado llevar lo indispensable y descansar al llegar a los albergues. Así da tiempo a visitar los pueblos por los que pasas y a conocer mejor a los demás peregrinos.
La salida de Tui desde el albergue recorre la parte más antigua de esta bonita ciudad. Tiene una imagen típicamente gallega, con sus calles empedradas, el musgo producido por la humedad en las antiguas paredes y la eterna neblina que la cercanía del rio Miño y del mar hace que esté siempre presente, tanto por la noche como por la mañana. Pero además, se le nota que era una ciudad fronteriza, porque hasta la Catedral parece una fortaleza. Ya en las afueras, las urbanizaciones de casitas con jardines nos acompañan hasta que tenemos que cruzar la Autovía. Después ya nos adentramos en un tupido bosque. Es muy bonito y nos lleva por caminos ancestrales, donde encontramos el Ponte das Febres, lugar mágico, donde según la leyenda, San Telmo, obispo de Tui, enfermo mientras peregrinaba a Santiago.
El bosque es muy húmedo, y la niebla que todo lo cubre le da emoción a este tramo del Camino. Pero la ausencia de servicios hace que ya tengamos ganas de desayunar y se hace largo. Al final, llegando a Ribadelauro encontramos un pequeño albergue/refugio donde tomamos algo caliente y descansamos un poco. Aquí casi dejamos Carmen encerrada en un baño. Ella llamándonos porque la cerradura no iba bien, y nosotros en la calle, sin oírla. Pobreta.
A partir de aquí empieza el martirio que lleva añadido este bosque: el terrible polígono industrial de As Gándaras, de muchos Km, que acaba con nuestra paciencia. Después de cruzar las vías y más carreteras llegamos a Porriño. Vamos muy cansados y desmoralizados, pero el encantador centro de este pueblo nos devuelve la alegría. Es un pueblo dinámico y como es domingo de Resurrección, se nota el ambiente de fiesta. Los lugareños compran en las pastelerías un dulce muy vistoso: una especie de Roscón, pero envuelto en celofanes como los huevos de Pascua. El ayuntamiento es un edificio muy bonito. Visitar este pueblo es un descanso para la vista, porque entre el polígono anterior y la N-550 de después, la etapa se convierte en un fastidio. Después de varios Km. Nos paramos a comer en una Ermita y allí tomamos la decisión de no doblar ninguna etapa, como era nuestra previsión. Las haríamos despacio, como están marcadas en las guías y sin pretender ser unos héroes, más que nada, porque hubiéramos sido unos héroes muertos.
Después de este descanso en la Ermita, ya no vamos tanto por la carretera principal, pero el Camino nos lleva por caminos asfaltados que si bien no son tan pesados como la N-550, si dan un buen rodeo para llegar a Redondela. Eso sí, pasamos por un pueblo delicioso, Mos. Un Palacio muy bien conservado, junto a una iglesia y un albergue que están terminado en una opción que recomiendo para las personas que se decidan a acortar esta pesada etapa. Pero también es cierto que ya SOLO faltan 10 Km. Al pasar el Palacio, nos adentramos de nuevo en un bosque que nos sube hasta Enxertade. Aquí descansamos un poco y aprovechando una zona de monumentos y monolitos nos hacemos unas fotos. Ya solo falta la bajada. Esta es amena porque cuesta menos esfuerzo, pero se hace larga porque todo el tiempo vamos por zona asfaltada y urbanizaciones. En un bar paramos a tomar un refresco y tómanos un poco de aliento. A pesar de todo, en el grupo reina la armonía y el buen humor.
De nuevo volvemos a la carretera N-550 y ya no la abandonamos hasta llegar a nuestro destino: Redondela. Al llegar al albergue los chicos se van a por los coches y nosotras tratamos de descansar un rato. El albergue es una Casa señorial llamada Casa da Torre, un edificio perfectamente restaurado situado en la Pza Rivadavia.
Buscamos sitio para cenar y como es domingo algunos de los lugares más propios para peregrinos están cerrados. Y dando vueltas por el centro vemos un lugar un poco extraño que nos pasa desapercibido al pasar por la puerta porque pone un cartel de “Se vende”. Pero un señor mayor sale hasta la puerta y a ver pasar al grupo nos ofrece sin ningún pudor un menú muy barato y apetitoso. Y como resulta que a Vicente le gustan los bares cutres,porque se suele comer bien, pues allá que vamos.
Y no nos defraudó. Cutre a más no poder. Los manteles mohosos, los techos renegridos de tabaco (puag!!) y la forma de servir la mesa eran para tomárselo todo como nos lo tomamos. A risa. El Sr subía los platos y los cubiertos, pero Rafa decía que él era camarero profesional y las mesas y los manteles de papel, recogidos de algún rincón, las pusimos nosotros. El vino de Ribeiro era tan casero que parecía hecho la noche anterior, el pulpo, de tan “tierno” que era, parecía chicle, la tortilla de patatas, recalentada y las ensaladas, que estaban muy buenas, parecían sospechosas de tener visitantes. Hubo quien no las probó.
Vamos…un desastre. Pero el buen humor que le pusimos y el aguante del camarero y dueño, que estuvo a la altura de nuestras puyas, consiguieron que no nos fuéramos sin cenar a la cama y encima contentos. José, Mari y yo nos fuimos al albergue porque nos cerraban y poder abrir a los demás desde dentro. Al rato llegaron los demás y habían conseguido un regalo: una botella de orujo de hierbas bien frio que compartimos con muchas risas con 3 chicas madrileñas que estaban allí. Poco a poco nos fuimos a la cama todos y después nos enteramos de que los jóvenes, con la compañía de Miguel Ángel, habían salido del albergue a tomar algo dejando una ventana abierta para poder volver. La audacia de la juventud.
Había sido una etapa muy dura y nos merecíamos el descanso..
Y el video...

1 comentario:

Toni Duarte dijo...

Una autentica gozada de vídeo,unos lugares realmente idílicos incluidos con la niebla,espero veros pronto que os e echado mucho de menos estos días.

Besos y abrazos!!!