viernes, 16 de abril de 2010

Padrón - Santiago

Conforme pasan los días estamos más taciturnos. Unos están enfermos, otros estamos cansados y todos estamos un poco asustados ante la etapa que nos espera. Miguel Ángel ha vuelto a caminar con nosotros. Está un poco lesionado y las chicas que estos días iban con él van más deprisa. Hoy decidimos no desayunar en el albergue, ya que nos dicen que hay varios bares abiertos en las afueras y decidimos tomar un buen café. Salimos muy animados con la idea de que hoy llegaremos a Santiago y que la mayor parte de nuestro peregrinaje habrá concluido. Las calles de Padrón aun están envueltas en la bruma y hace fresco, pero sin darnos cuenta (y sin encontrar esos bares abiertos) llegamos a Iria Flavia. Este pueblo merece una visita mas detenida, porque hasta que estamos en la parte trasera de la Colegiata no sabemos que estamos allí. Se ve monumental, magnifica y con mucho señorío. Hasta el cementerio tiene un aspecto espectacular. Pero de nuevo la pesadilla de la N-550 se nos presenta con toda su crudeza. Hemos dado un rodeo para pasar por Iria Flavia, pero enseguida tenemos que volver a cruzarla para poder tomar la parte izquierda y llegar a un hotel donde nos aseguran, esta vez sí, que nos pondrán de desayunar. Otra vez la forma de medir los metros en Galicia nos confunden: hemos andado 4 Km y hemos tardado una hora. El desayuno es estupendo, pero los enfermos siguen pachuchos y en la mesa hay más manzanillas que cafés. Estamos mayores??? Además, otra incidencia se presenta: Miguel Ángel sigue con la rodilla mal y decide no caminar. Llamamos un taxi y le enviamos al albergue privado que nos recomienda la guía que llevamos, el de San Lázaro. Este tema del albergue merece capítulo aparte. ¿¿¿Quien la habrá mandado recomendar al editor de la Guía de El País-Aguilar que el mejor albergue para los peregrinos que viene por el camino de Portugal es el de San Lázaro??? El albergue es magnífico, pero está en la entrada del Camino Francés y a más de 4 Km de la plaza del Obradoiro. Deberían haber dicho la distancia y la ubicación del albergue, para que los peregrinos puedan decidir si van a ese o a otro, o recomendar algún hospedaje por el centro, aunque sea más caro. Y así tener la oportunidad de elegir. Corramos un tupido velo sobre este asusto.
Después de desayunar seguimos el Camino por una pequeña aldea que nos proporciona las únicas vistas típicas del día. Callejuelas encantadoras y hórreos muy vistosos nos acompañan durante un buen rato. No vamos muy habladores, por lo que el tiempo nos cunde y en poco rato estamos en O Esclavitude, un santuario espectacular, que tiene hasta una fuente con propiedades milagrosas. Pasamos rápidos por aquí, y nos adentramos en una zona donde no tenemos mucha constancia de los Km y de los lugares que vemos. Solo algunos carteles que nos indican que estamos en el Concello de Teo nos ayudan a situarnos. La etapa está resultando muy dura. Todo el rato vamos por caminos asfaltados, entre casas, campos, pistas agrícolas y las vistas de N-550. Solo la entrada a un imponente pazo nos saca del ensimismamiento. Así llegamos hasta la Iglesia de Sta Maria de Cruces. Se encuentra en una explanada donde hay una zona de descanso y donde intentamos almorzar un poco en el único bar que vemos después de varios km. Como no, está cerrado. Estamos en Rua do Francos y es un lugar tranquilo y rodeado de bosques. Decidimos seguir hasta encontrar un sitio donde comer adecuadamente, ya que es tarde y necesitamos un buen descanso.
Siguiendo el camino, nos metemos de lleno en una encrucijada de caminos donde subimos, bajamos y damos rodeos para cruzar las autovías, las vías del tren, las carreteras, y los pueblos. El ultimo cruce nos lleva a tomar un decisión: si damos un rodeo (otro) nos metemos en Milladoiro podemos comer en algún restaurante porque Mª José está desfondada y lleva mucho rato que solo puede caminar con el apoyo de Vicente. Carmen y yo nos adelantamos un poco para buscar donde comer y cuando vemos la larguísima calle que cruza Milladoiro hasta llegar a un bar nos parece que es imposible que Mª José pueda conseguirlo. Al final en el restaurante Alberto nos preparan una mesa y la esperamos para poder descansar un rato. El trato de Alberto también los vamos a olvidar. Damos por hecho que es la hora de que los trabajadores acuden a comer y tienen poco tiempo y por eso es un poco descortés con nosotros. Mientras esperamos, Mª José, que al fin ha llegado, sufre un desvanecimiento. Después de recuperada, comemos en armonía pero ella decide coger un taxi y esperarnos en el albergue descansado. Se marcha muy emocionada, porque le da pena que por solo 6 Km no pueda acabar. Vicente la acompaña. Aquí perdemos un buen rato, pero al menos hemos descansado. Recuperar el Camino que habíamos abandonado a la entrada de Milladoiro nos cuesta otro buen rato de localizar. Y ya, sin dejarlo, nos lleva hasta Santiago. No hay nada de interés que describir en este tramo. Solo cuando estás en el monte Agro dos Monteiros tienes la vaga sensación de que tienes la misión cumplida. Y el sufrimiento que viene a continuación tienes que olvidarlo. Ese cruzar autovías, subir la cuesta del Hospital Clínico, caminar por las interminables calles de Santiago, tener la sensación que vas muy sucio, de que nunca terminará se borra de repente cuando llegas a Rua do Francos y entre los soportales llenos de vida, de peregrinos y de historia te salen alas en los pies .
Así llegas a la plaza del Obradorio. Y esta vez sí, le emoción contenida sale a borbotones. Carmen y Mari son las que más se emocionan y yo, por mimetismo me uno a ellas en un abrazo. Nos felicitamos por haberlo conseguido y por haber superado las dificultades. A partir de aquí, todo son ritos populares. Tumbarnos en el suelo para la Catedral al revés, mirando el cielo y las agujas de las torres contra cielo azul es una sensación increíble. Después, ir a por nuestras Compostelas y entrar en la Catedral. Algunos prefieren esperar en una terraza, pero Mari, Jose, Carmen y yo decidimos entrar por la Puerta Santa, que solo se abre en los años Santos Jacobeos. Yo tengo una promesa que cumplir y ellos tienen sus propios motivos. Es un momento de reflexión y yo los dejo para que lo vivan más íntimamente. Me voy a ver el Pórtico de la Gloria, y parece ser que es difícil que lo pueda ver en todo su esplendor. Los andamios para la restauración siguen puestos y no se puede ver bien. Vuelvo con los que están esperando y una vez todos reunidos, decidimos irnos al albergue. Esta vez vamos en un autobús, y menos mal, porque el albergue está en la entrada del Camino Francés, al lado la Porta de la Concordia. Allí nos espera Mª José, que esta mas descansada. Vicente y Miguel Ángel se han ido al centro, a disfrutar del ambiente y a cumplir a su vez de todos los ritos que nosotros acabamos de hacer. Mientras algunos descansan un rato, nos vamos a por los coches y desde la autopista nos parece mentira la tremenda etapa que hemos caminado hoy. Al final han sido casi 30 Km. A la vuelta, duchas, y una cena especial: Pizza!!!
Un descanso en el salón del albergue y una toma de decisiones: solo tenemos dos días más y no podemos hacer las etapas programas, de modo que vamos a hacer trampillas: Caminaremos solo 15 Km, desde Cee hasta Fisterra y disfrutaremos del paisaje. Mañana no hay prisa. Vamos disfrutar del descanso en este estupendo y tranquilo albergue.

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