jueves, 30 de abril de 2009

12 Abril 2009- Mansilla de la Mulas - Leon

Empieza un nuevo día y todo parece animado. El albergue "bulle", hay muchos peregrinos y desayunar es casi una odisea: buscar 7 vasos, calentar 7 vasos de leche, coger 7 sillas y mesa para 7!!! Al final, encontramos un hueco y como la noche anterior, el desayuno se convirtió en una animada conversación.

Sobre las 8, (parece que no podemos salir antes,jeje) estamos en la calle. Hace frío a esas horas. Pero vamos animados. Al principio caminamos deprisa y en poco rato estamos en Puente Villarente.
Pero antes, una divertida anécdota tiene lugar. Al pasar cerca de Villamoros el aroma de una panadería nos atrae. Ya habíamos desayunado y no era hora del almuerzo, pero ese olor...HUUUMMMMM
Entramos a saco en la panadería y tenían unas tortas de aceite y azúcar, que como diría Sabina, despiertan a un muerto.
Compramos una que comeríamos mas tarde. La hornera, muy amable y queriendo interesarse por nosotros nos pregunto que de donde eramos.
Le dijimos que somos de Valencia y ella, con la mayor naturalidad nos preguntó: ¿De Valencia del Cid?? Nuestra cara era un poema. Como no sabíamos que contestar le dijimos que eramos de Valencia, la de las Fallas. Y es natural que nos preguntara: en León y en toda Castilla, el Cid es un personaje muy importante y además, tienen su propia Valencia, la de Don Juan.
De manera que ahora sabemos que tenemos apellido. Luego lo buscamos en internet y es cierto, hasta bien avanzada la Edad Media, Valencia se llamó así: Valencia del Cid.
La torta estaría muy buena, pero habia que llevarla a "hombros" hasta Arcahueja, pueblo donde habíamos quedado para almorzar, y Javi lo hizo como un paladin de los estómagos agradecidos.
En una zona de descanso estupenda paramos y dimos cuenta de todo lo que llevábamos, embutidos, la torta y después, en el pueblo, un cafecito.
Estábamos listos para afrontar el tramo final del día: los alrededores de León, ultima gran ciudad que atravesaremos y que como en todas, el peregrino sufre para llegar. Como ejemplo, en el alto del Portillo, entre naves industriales bastante feas, el camino pierde su buen nombre y se convierte en un ir y venir de calles de polígono, carreteras que hay que cruzar, flechas que te lían y que no sabes a donde te llevan y un final una necedad: estábamos cruzando una autovia saltado las vallas protectoras!!
Habíamos intentado encontrar un lugar seguro y que estuviera bien indicado, pero nada...
Después de esto, ya hay de nuevo señales y una pasarela que cruza otra vez la autovía dichosa. Y ya llegamos a Puente Castro, un bonito pueblo que nos lleva directamente al corazón de León. El río Torío lo cruzamos por un puente nuevo, y desde él se ven los antiguos. Cosa rara, ya que el Camino suele pasar por los puentes mas antiguos.
La etapa no ha sido muy larga y vamos a llegar a buena hora al albergue. Esta vez no queremos que nos pase como en Burgos y decidimos quedarnos en el convento de las Carbajalas,que está en el centro. Un gran portalón y un patio nos reciben. Y la rigidez horaria, y las normas restrictivas un poco rancias, y las lecturas de la sala un poco limitadas, y el no tener almohadas..etc.
A cambio, el albergue está a un paso de la catedral y del centro histórico y eso facilita que demos una vuelta antes de comer.
Era domingo de resurrección y había un ambientazo en la ciudad. Nos metimos en medio de una procesión y callejeando, llegamos a un bar donde decidimos comer. La comida fue muy divertida. No era de gran calidad, pero las bromas y el "afecto" que el camarero nos demostraba, sobre todo a Rafa, hizo que las risas fueran constantes y ya no le diéramos importancia a la comida.
Como Julia ya estaba lesionada, habíamos decidido recoger los coches y llevarlos de apoyo. Esto nos ha dado un poco de trabajo por las tardes, porque teníamos que recoger uno en el inicio, llevar el otro al final de la etapa siguiente y volver al albergue. Para dos de nosotros suponía un par de horas de "cocheteo", pero a cambio nos aligeramos de peso por las mañanas y teníamos a mano el coche por si Julia se ponía peor.
Mientras Rafa y José M P. y los niños hacían este menester, Javi, Julia, la mochila de "peregrina" de Irene y yo dimos una vuelta por el centro. Así supimos que existen unas ruinas romanas y que hay un recorrido marcado para poder visitarlo. Pero como siempre, tooooooooodo estaba cerrado.
La impresión que me causó León fue menor de la esperada. Me pareció un pueblo grande con una bonita catedral.Por cierto, es curioso, aquí también tenían una puerta del Postigo en la muralla. Y la catedral adosada a ella. La Capilla de la Virgen Blanca alberga la imagen original que antiguamente estaba en el parteluz de la puerta principal. Ahora su lugar lo ocupa una replica de la misma.
El Palacio de los Guzmanes y algún edificio emblemático de la calle Ancha dan fe del esplendor de León. Yo tenia muchas ganas de ver S. Isidoro, la iglesia románica, su cripta y sus pinturas. Pero no hubo forma. Estaba cerrado.
También el Hospital de San Marcos y los jardines al lados de los ríos son dignos de visitarse.
Cuando volvieron los chicos, otro paseo por la ciudad, que al atardecer presentaba un ambiente soleado, tranquilo, de paseo. Me recordaba una antigua película española: CALLE MAYOR.
En la Oficina de Turismo nos volvieron a preguntar de donde eramos, y a lo mismo...de Valencia del Cid???? nos pasamos un buen rato al teléfono para que Ana nos mirara por internet la información el tema. Muchas risas por el tema del apellido.
Javi y Lucia se habían quedado a descansar en el albergue,eso si, cada uno en su habitación, los chicos con los chicos y las chicas con las chicas!!! jeje
De vuelta en el albergue, como el horario era tan estricto y nosotros siempre tenemos ganas de "bulla", sabíamos que si cenábamos fuera, llegaríamos tarde.Compramos unos bocatas en Pans & Company y al llegar al albergue compartimos un rato con otros peregrinos que habían hecho lo mismo. Pero se les antojó un café y tuvimos un problema: ¡¡había que salir del convento y volver!! Les costó un poco de trabajo convencer al "aduanero" que vigilaba la puerta.
Charlamos un rato y conocimos a una chica que se había vuelto del Camino Primitivo porque iba muy sola. Hasta el punto de que una noche tuvo que pedir la llave del albergue a la guardia civil para poder dormir. Eso si, dice que el Camino es precioso, y que como no está masificado es ideal para hacerlo en grupo. También a un ciclista al que se le había roto la bici, a 7 chicas valencianas que en vez de mochilas llevaban...maletas con ruedas!!! jajaja..y pijamas de color rosa, y secadores del pelo!! Unas autenticas Barbies!! Mucha gente curiosa.
A las 9 llamaron a la oración y solo unas pocas personas acudieron. Los demás nos fuimos a dormir, haciéndonos unas almohadas improvisadas con las chaquetas. Al menos esa noche nos libramos de los ronquidos de los muchachos.

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