viernes, 3 de julio de 2009

Día 21 de Junio – Calvor – Portomarín

De Calvor salimos como llegamos: en olor de santidad. Sin hacer ruido y en ayunas. Pero nos duró poco porque habían quedado con la señora del bar de la noche anterior y ella tenia abierto a las 6.30 para nosotros. Desayunamos en su compañía y seguimos marcha.
De aquí a Sarria no había obstáculos. La ciudad ha absorbido las afueras y esta rodeada de chalets muy bonitos y con jardines enormes. Aquí vemos una colección de estatuas/ piedras colosales. Están repartidas por todo el recorrido de Camino y algunas son enormes bloques de piedras muy raras traídas de todo el mundo.
A nuestro paso por Sarria ya notamos algo que nos habían advertido: la presencia de “turiperegrinos”. Son personas que empiezan aquí, con los Km mínimos para que les concedan la Compostela. Las calles y la salida de la ciudad parece un desfile de gente con la ropa nueva, los calcetines muy blancos y las mochilas muy pequeñas, casi de adorno. Llevan coche de apoyo y alguien que se ocupa de la intendencia y se dejan caer en las cafeterías como si estuvieran en la Gran Vía. Además su saludo no es franco, no miran a los demás peregrinos como compañeros. No se el motivo, pero pasan como de puntillas por el Camino. ¿Sentimiento de culpa, quizás??????En los albergues son los últimos que tienen preferencia para entrar, pero hacen trampillas y al final, como llegan antes porque no llevan peso, consiguen mejores literas. En fin.
Por Sarria pasamos deprisa, pero en la salida nos quisimos hacer una foto en el cruceiro. Con tanta prisa y mala pata que Rafa se cayó haciéndose un torcedura bastante fea. El dolor era inmenso y no sabíamos que hacer. Pero Rafa es un gran cabezota y con un calmante salió tirando más rápido que nosotros.
Nada mas pasar el cementerio cruzamos el puente Áspera. Precioso.
A partir de aquí la ruta era bastante plana. Las aldeas no tienen nombre y solo los postes Kilométricos nos orientaban un poco de por donde íbamos. Los bosques eran preciosos, frescos y con árboles monumentales. Nos cruzábamos con rebaños de vacas que iban por el camino, campos de pasto crecidos, pastos recién cortados donde dormitan vacas, mas aldeas, mas establos, mas bosques.
Y el olor. Olor a campo, olor calido, olor de humildad, olor de siglos de ver pasar peregrinos. Y la mirada extrañada de los aldeanos. ¿Qué pensaran de nosotros, gente que pasa por sus pueblos cada día y que siguen su camino?
El Camino está bastante cuidado, a pesar de los esfuerzos que hay que hacer para esquivar las señales que las vacas van dejando por el mismo. El los tramos en los que se podía estancar agua había unos pasos de piedra llamados “pasos de invierno” y que ayudan a pasas estos vados.
Rafa tenía miedo de pararse para no enfriarse. Javi y yo nos parábamos a hacer fotos, al baño, a arreglarnos las mochilas etc.… y Rafa sin pararse…je je je De modo que al cabo de un rato nos llevaba media hora de ventaja. Todo un record. Y se perdió unos de los momentos claves del día: no se pudo hacer la mítica foto en el KM 100.
En Ferreiros decidió esperarnos en un bar. Llevábamos la mitad de la etapa y era hora del almuerzo. Fue uno de los mejores del Camino. Nos pusieron bocadillos de tortilla de patatas y una ración de pimientos de Padrón(los mejores que cominos en todos los días) con sal gorda. Unas cervezas bien frías y el frescor de una sombrilla completaron el almuerzo. No se podía pedir más.
Rafa estaba muy dolorido, pero un nuevo calmante le animó y salió de nuevo el primero. Cada vez que hacia esto nos costaba trabajo pillarlo. A partir de aquí todo el rato fueron leves subidas y bajadas hasta que avistamos a los lejos Portomarín. El pueblo se veía a lo lejos, pero no demasiado. Pero también era una trampa: entre nosotros y Portomarín estaba el embalse de Belesar. Fuertes bajadas nos llevaron hasta el embalse. Las vistas eran espectaculares. El pantano rodeado de verdor y el pueblo al fondo. Cada vez más cansados, como siempre en los últimos Kms. y con mucho calor cruzamos el puente nuevo sobre el embalse. Si hubiera estado mas vacío habríamos visto el antiguo puente que quedó sumergido junto con el antiguo Portomarín. En el pueblo había una iglesia románica bastante importante y la desmontaron bloque a bloque y la pusieron en el pueblo nuevo. Aun se puede ver la numeración de los bloques de piedra. La portada de la misma es de la escuela del maestro Mateo, y se asemeja al pórtico de la Gloria, de la Catedral de Santiago. No queda muy bien allí, pero le da un poco de sabor a la plaza principal. También llevaron unas escaleras del viejo puente con una capilla. La tradición dice que hay que entrar por estas escaleras y eso hicimos. Un esfuerzo más.
Este pueblo es nuevo, de los años 60, pero se ha integrado tanto en el Camino que es uno de los que mas ambiente peregrino tiene. Los soportales están repletos de bares, de terrazas para descansar al fresco y tomar tapas o… beber orujo de hierbas!!!
Antes de llegar al albergue ya habíamos visto a los gallegos tomando sus orujos. Tengo que especificar, los gallegos es un modo de llamarlos para identificarlos como grupo, pero eran unos amigos que viven en Burela, pero que son de Asturias, de Jaén, de Madrid, etc. Quedamos para tomar algo con ellos mas tarde.
El albergue estaba lleno y habían habilitado las antiguas escuelas. El edifico es mas antiguo, pero era fresco y estaba muy bien. Duchas y curas de pies. Mientras nos curábamos, Rafa se fue a tomar algo fresco. Allí conoció a los tres granadinos mas salados del Camino. Entre los tres se tomaron una botella de orujo y acabaron muuuuuuuuuy perjudicados.
Después descansamos un rato y a las 5, visita a la farmacia. Reflex y material de curas. Es lo normal. Un paseo por Portomarín donde Rafa y Javi hicieron un rato el payasote, imitando a dos cojitos que vendían “iguales para hoy”. Estuvo muy divertido. El paseo nos llevo hasta un parque precioso con unas vistas sobre el pantano que no tiene que envidiar nada al Retiro de Madrid, por poner un ejemplo. Nos llamo la atención un hotel llenos de ingleses, de esos que hacen el Camino con un guía que suele ser un sacerdote.
Decidimos cenar pronto ya que desde el almuerzo no habíamos tomado nada. Es curioso el horario de los bares, sirven comidas y copas sin interrumpir el servicio. Puedes comer a cualquier hora. Nos pedimos un menú peregrino que estaba bastante bien y cuando estábamos a mitad de comer Manolo y Mª José se sentaron a nuestro lado. Aquí ya la conversación fue más familiar. Nos contaron que también venían desde Roncesvalles y que como nosotros habían hecho el Camino en varios tramos. De vuelta al albergue nos hicimos las primeras fotos juntos. También estaban dos de los chicos de Granada. La charla era muy animada y fue un rato muy divertido. Después cada uno se fue a su camita, que el día había sido duro. Esta noche dormimos muy bien. El día no había sido de santos, precisamente.

1 comentario:

José Manuel dijo...

Vaya Merche menudas etapas os pegávais, hacías más kilometros que un coche jeje (por lo visto)
Menudp aguante teneís, porque hacer tantos kilometros en tan pocos dias es muy duro y también por el calor.

Felicidades